La coca follá es una coca superior, es una coca de categoría, es una coca de rango, es una coca asimilable y sustanciosa que para distinguirlas antiguamente estaba coronada por uno o varios huevos cocidos que se situaban en el centro del círculo. Esta coca follá es así denominada porque es especial, tiene dos capas de almendras, dos capas de batido y una capa de cabello de ángel o cidra. Todas las cocas están buenas, porque es dulce y por lo tanto gusta. Pero aquellas míticas cocas como las que se hacían en casas particulares por personas que conocemos pero no es prudente publicar. Entre los elaboradores de este pastel destacaban: Antonia González “la de Simón», Bella Gómez «la de Horacio», Juana «la del Sherif», Emilia Olías, Julia «la del Mallollo», Concha Mirabent, los hermanos Mora, Manolo Portana, María Italia, Bellita «la del Hospital»…
La coca follá no es la coca mercantilizada de ahora sino la coca familiar o casera que siempre hicimos y que actualmente solo las hace los herederos de Antonia la de Simón y siguen siendo: exquisitas, maravillosas, inigualables, apetecibles, delicadas, deliciosas, gustosas, suculentas, sustanciosas, seductoras, ricas, sabrosas, artesanas, nutritivas y poderosas como las hacía ANTONIA LA DE SIMÓN. Declaradas dulce típico de Isla Cristina y elaboradas con las mejores materias primas.
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Según el filólogo José Antonio Flores: Hoja en latín es “folium”, y el sonido del grupo “li” se transforma en “ll”. Desaparece la consonante final y se abre la vocal “follá”. Las hojas son lo mismo que las capas, que es lo que caracteriza esas cocas de Isla Cristina. Folium en latín y folla en gallego y portugués y por contigüidad de significado, de capa. Cocas follá.
Adaptación de un artículo de Juan Bautista Rubio aparecido en el periódico La Higuerita, 5 mayo 1952.